Soy de todo menos hipócrita. Se me nota enseguida cualquier molestia, alegría, decepción, dolor y lo que sea…
Porque no puedo ser plana y no manifestar malestar alguno?.. Yo creo que ya me muero así.
Pero el peor malestar de todos y que no supero con el tiempo es la decepción sobre todo cuando está cargada de deslealtad y traición. Vuelve y sale mi peor lado y al mejor estilo de Pablo Escobar: “quien no está conmigo, esta contra mi” con la diferencia de que yo no me pongo a anotar las cagadas en agendas ni mando a matar a nadie. Mi estilo es simple, SE VUELVEN TRANSPARENTES y para evitar verlos los elimino de todos los lugares en donde sé que puedo encontrarlos por casualidad, desde redes sociales hasta grupos en común. Solo así, sin mediar palabras y sin hablar maricadas.
Como aliviar mi dolor? Difícil. Yo creo que todos hemos confiado alguna vez en alguien que ha terminado haciéndonos daño con su consecuente herida profunda que en mi caso JAMAS CICATRIZA. Los peores daños a mi parecer tienen que ver con la confianza, una de las cosas más difíciles de restaurar, precisamente por eso me alejo y cierro el capítulo para evitar así más dolor.
Alguna vez has leído la historia de Clavos en la cerca? Un excelente mensaje que comparto a continuación.
Había una vez un niño que tenía muy mal carácter y su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debía clavar un clavo en la cerca. El primer dia el niño había clavado 37 clavos en esa cerca. Al paso de las siguientes semanas, mientras aprendía a controlarse, el numero de clavos puestos en la cerca empezó a aminorar. El niño descubrió que era mas fácil controlarse que estar poniendo clavos en la cerca. Finalmente llegó el dia cuando el niño no coloco un clavo. Vino y se lo dijo a su Padre y el padre indicó al niño que ahora sacara un clavo por cada dia que habia podido contener su enojo. Los dias pasaron y el niño pudo al fin terminar y fué y dijo a su padre que ya todos los clavos habian sido sacados. El Padre tomó al niño de la mano y lo llevó junto a la cerca y le dijo: Lo has hecho muy bien, hijo mio, pero mira todos esos hoyos en la cerca. La cerca ya nunca será la misma. Cuando ofendes de palabra en enojo, esas palabras dejan una cicatriz como estos hoyos. Puedes enterrar un cuchillo en un hombre y sacarlo, pero no importa cuantas veces digas que lo lamentas, la herida va a permanecer allí, Una herida verbal afecta tanto como una física.
Soy tan básica que después de una decepción, siempre cierro las puertas al que me la hace y me vuelvo desconfiada de nuevas experiencias por miedo a volver a sufrir y prefiero no encariñarme con alguien porque así minimizo el riesgo de que me lastimen de nuevo.
El problema no son los demás. El problema soy yo que me entrego rápidamente porque le apuesto a que todo el mundo es igual de “hueva gente” como yo y mis expectativas con respecto a esa nueva relación (de cualquier tipo), siempre son muy altas. Soy tan mamona y jodida que suelo pensar que los que están conmigo saben cuáles son sus “obligaciones implícitas” (que muchas veces ni siquiera conocen cuáles son), entonces, me siento mal, desilusionada, frustrada, triste y bien molesta.
Así soy, BLANCA O NEGRA, no gris, pero continuo luchando con tratar de que esas expectativas que me hago no me lastimen o bien adaptarme a lo que la realidad me está ofreciendo en las nuevas personas, sobre todo sin son tus familiares que aunque no conozcas crees que serán iguales a ti. La vaina es lo que ocurre luego, porque con el tiempo he aprendido a ponerme una armadura que pesa bastante, justamente por el dolor recibido y porque me cuesta superar esas situaciones.
Seguramente me estaré perdiendo de mejores personas por alejarme así, no lo sé, pero por lo pronto este corazón está cerrado a abrirse con gente que no conozco con cinco llaves y sus respectivos candados.
Ahora entiendo perfectamente porque mi papa no se habla con los hermanos y LO COMPARTO TOTALMENTE.
YC
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